
Como odontólogos vemos infinidad de casos y realizamos una amplia variedad de procedimientos. Pero cuando debemos realizar intervenciones del tipo quirúrgicas, empezamos a recordar los consejos de nuestros maestros de la cirugía.
Recordamos los reparos anatómicos como raninas, carúnculas, inervaciones e irrigaciones y nos ponemos en alerta por el sangrado. Inclusive, cuando debemos actuar en profundidades o en cercanía a los reparos anatómicos, muchas veces decidimos derivar a un cirujano maxilofacial por temor a provocar un daño en lugar de una solución a nuestros pacientes.
Dudamos por el riesgo al sangrado y a comprometer, en nuestro tratamiento, alguna estructura anatómica que nos complique la intervención o resulte en un posoperatorio doloroso y traumático para el paciente.
El Láser es una herramienta fantástica para dejar nuestros miedos atrás y poder realizar tratamientos más predecibles, confortables y seguros para nuestros pacientes, evitando riesgos y complicaciones.
El Láser de Diodo con longitudes de onda entre un rango de 450 y 980 nm nos permite tratar aftas, traumatismos proteicos y realizar intervenciones como ránulas, frenectomías, eliminación de sialolitos de conductos glandulares, hemangiomas de lengua o tratar alguna lesión del piso de boca de forma segura, simple, rápida, efectiva, sin sangrado, sin sutura, sin antibióticos y, en el 99% de los casos, sin anestesia.
Además, algunos dispositivos Láser nos permiten combinar, en un solo disparo, dos o más longitudes de onda, haciendo que mientras vaporizamos tejido (en el corte), realicemos analgesia y descontaminación profunda de manera simultánea.
Entonces el Láser, en escasos minutos, nos deja realizar incisiones y eliminar o vaporizar tejido blando sin afectar el tejido sano circundante y permitiendo una cicatrización maravillosa en muy corto tiempo.
Esto asombra a profesionales y a pacientes, quienes luego del tratamiento no reciben medicación antibiótica o analgésica, simplemente reciben la indicación de líquidos fríos o un rico helado.
Lo más asombroso del Láser es la cicatrización posoperatoria, que nos permite evitar suturas que muchas veces resultan molestas y atrapan placa bacteriana complicando los posoperatorios. Esto es especialmente beneficioso en niños con frenectomías, donde muchas veces dudábamos de realizar el procedimiento con bisturí por el sangrado y el posible daño en profundidad del piso de boca.
Hoy, podemos transformar lo complejo en simple y sin riesgo. Estamos ante la posibilidad de una odontología más conservadora, mínimamente invasiva, pero por sobre todo segura. Segura para el profesional y para el paciente, con posoperatorios muy confortables.
La tecnología Láser es una tecnología biológica y amigable para los profesionales que queremos brindar seguridad y confort a nuestros pacientes: nos permite volver a realizar tratamientos que alguna vez aprendimos pero que habíamos dejado de realizar por el riesgo de los elementos a utilizar en la maniobra quirúrgica.
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